Viviendo en Otro Mundo
Puedo estar en medio de una conversación y distraerme de una manera tan fácil... no por mal educado. Y es que encuentro belleza en todas partes. No de la romántica y trillada, sino de la melancólica, esa que aparece frente a ti sin avisar, la que te sorprende usualmente por la noche después de las 9pm avisándote que será de esas noches que duran más de 12 horas, que tal vez no dormirás y que la soledad se te prenderá en el cuello como una mordida de serpiente, pero tu... tu ya estas acostumbrado.
Así que a pesar de la compañía, la belleza de la melancolía y la serpiente en el cuello mi mente se va del local más rápido que yo antes que me de vértigo. Los recuerdos aparecen como destellos en cada parpadeo junto a la sensación de... ¿A caso están tomando fotos? ¿De donde salen los flashes? Que enceguece tanto afuera cuando todo viene de muy adentro, instantáneas de los últimos momentos y manotazos de ahogado por los casi difusos buenos momentos que a cada fotograma mental negativo estos van traspapelando los otros hacia atrás. Que sensación tan curiosa es recordar para olvidar, estoy mal de la cabeza o mi apertura mental me juega en contra, sigo pensando que de viejo me volveré loco.
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