¿Qué Es Lo Que Quieres De Mi?

"Tengo
que verte"-. Fue lo que escuché con tanto deseo que supe de inmediato quien me
estaba hablando. Lo primero que pensé en ese momento, es la imagen que tengo de
ella mientras yo huía del restaurante la última vez que nos vimos. Ella seguía
hablando, pero mi mente estaba en otro lado, una parte de mi quería verla.
Los
recuerdos venían a mi mente demasiado rápido, tener aún alcohol en la sangre y
no estar del todo despierto no era de mucha ayuda. Ella fue la única mujer que
calmo mis males cuando yo traté una vez de acabar con mi vida, lo que daría por
pensar que esto solo era un mal sueño. -¿En
la iglesia de San francisco? – Interesante lugar para dos personas que no
deberían verse por el bienestar social de los demás, pero en su voz pude notar
la necesidad de todo esto, y yo aún seguía sin comprender.
-¿No
hay razón para que nos preocupemos verdad? – Decir eso no mejoró las cosas.
-A
veces morir por una causa justa es más que suficiente. -Eso tampoco ayudó.
-Yo
solo quiero verte, no quiero que lo tomes a mal. – ¿Que trató de decir con eso?
¿Gina de que estabas hablando?. Mi silencio momentáneo era como siempre para no
decir nada precipitado, sabia porque hablaba así, jugando conmigo o retándome
para saber hasta dónde podía llegar. A veces se olvida el tipo de persona que
suelo ser.
-
Vamos Gabriel, yo solo decía. Si tuviéramos algo más íntimo tal vez podría
convencerte de regresar. ¿Es una posibilidad no? De ahí podríamos ir a algún
lugar especial, que se yo, no sé si puedas entenderme solo estoy alucinando.
–
Apostaría mis manos a que en ese momento sus labios dibujaban esa sonrisa que
solo una mujer vampiro tendría frente a su cena. Esa mujer siempre estuvo loca
y era lo que yo más adoraba.
-¿Dónde
nos besamos la primera vez? - Le dije sutilmente, una especie de suave venganza.
-No
lo recuerdo. ¿Dónde fue? hazme recordar. - Respondió de forma irónica, esa
siempre fue su especialidad después de mentir; y era hacerse la tonta.
Cuando
entramos aquella noche a ese hotel de mala muerte, escapando de una fuerte
garua y un concierto que terminó más que tarde. Pierre, tú y yo nos hospedarnos
hasta que amanezca y poder regresar a lima, me senté a un lado del sofá
sabiendo que esas horas no dormiría. Tu mejor amigo caía rendido por el
cansancio, le dije y el alcohol que nos dio en ese concierto. Tú entrabas al
baño para refrescarte un poco, mi panorama era total, podía apreciar todo lo
que sucedía en la habitación aún con la poca luz reflejada por la ventana de
color verdoso. Supuse que tú también tenías planeado dormir, pero Pierre en su
borrachera había caído aplastado ocupando la cama de los dos. Eran las 2:30 de
la mañana, salías del baño con el cabello suelto y húmedo caminabas hacia mí,
mis ojos brillaban demasiado por un haz de luz que descubría esa parte de mi
rostro ante la oscuridad.
Tú
no sabías nada de mí, solo sabias como me llamaba y no dejabas de mirarme, ni
preguntaste que ocurría, tan solo acercaste tu mano a mi rostro, no recuerdo
que me dijiste y hasta creo que no es necesario recordarlo, no puedo olvidar
como me sentí en ese momento. Giré hacia ti para seguir hablando, pero nuestros
labios rozaron y hubo un minuto congelado. No había respiración, no había
sonido alguno. Nos miramos tratando de buscarle la razón a algo que simplemente
no la tenía. Entonces me acerque y te volví a besar; el beso fue suave, lento,
deseado. Nos empezamos a abrazar, a adherirnos entre sí como si fuese una
necesidad inevitable.
-¿Que
pasaba por tu cabeza cuando rozaron nuestros labios? – Me preguntó con un tono
lento, como pensativa. Mi mente no tiene nada que ver en esto, había dicho
cosas que me hacían sentir diferente, es lo que hizo volverme hacia ella, el
rozar sus labios fue como llegar a una puerta, sabía que del otro lado podía
morir en paz y renacer a la vez. El silencio nos invadió nuevamente, ese
silencio quemaba nuestra respiración, podía percibir cuál era su expresión en
ese momento; la mirada perdida, su pecho agitado, aun así yo estuviera al otro
lado del auricular era como tenerla frente a mí nuevamente.
-
Nunca me dijiste que sentías eso.
-
Todos sentimos algo siempre – Le respondí tratando de romper la densidad que se
había formado de la nada.
-Me
quedo sin palabras – Asintió.
-No
espero que me digas nada, pero a pesar de saber que estabas casada y que
dañábamos a muchas personas, hubo más de una razón por la cual aún seguíamos
viéndonos los siguientes meses.
-Tú
siempre fuiste mi felicidad, mi locura. -Lo dijo como si no hubiera podido
contenerse más.
–
Es por eso que quiero verte.
-Nos
vemos en una hora - Le decía mientras recordaba su forma de vestir con esa
tendencia sexy-dark que solía usar cuando venía a verme para que nadie la
reconociera.
-Tienes
que verme he cambiado un poco, mi cabello está más largo y de otro color. ¿Está
bien?
-Mientras
me guste. -Le respondí.
-Bueno,
espero gustarte más de lo que yo deseo. - Respondió algo confiada y con
picardía. Mantuvo silencio por un momento, esa respiración honda que sentí al
inicio, queriendo decir algo más, pero luego de exhalar lentamente con alivio adolecente ella colgó.
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What do you want from me? - Monaco.
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What do you want from me? - Monaco.
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